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UBCH TV.
CONSULADO DE ISRAEL
UBCH TV. 15-05-2020. Muchas veces pensamos cual será el
futuro de la agricultura en nuestra civilización, especialmente cuando vemos
como los recursos naturales se hacen cada vez más escasos. ¿Sera posible en el
futuro llevar a nuestros nietos a granjas hortícolas o plantaciones frutícolas
para mostrarles cómo crecen las hortalizas y frutas que consumimos? ¿O tal vez
a los ochenta años subiré al piso 40 de un rascacielos a cosechar los tomates
para mi ensalada para luego bajar al piso 30 con mi nieto y disfrutar de una
tarde de pesca?
Es un hecho que, debido al desarrollo industrial y la
urbanización, estamos perdiendo tierras cultivables todos los días. Los
científicos dicen que el planeta ha perdido un tercio de sus tierras arables
durante los últimos 40 años, y no sabemos cuánto más vamos a perder en los
próximos 40 años.
Sin duda la educación de la población y en especial la de
los agricultores en temas de conservación de recursos y sustentabilidad son una
de las herramientas más importantes y efectivas, pero, desgraciadamente, no suficientes.
Es imprescindible dar alternativas de valor e incentivos a quienes trabajan la
tierra para su sustento. En nuestros días, cuando la seguridad alimentaria es
parte fundamental de la agenda política, es importante alentar a los tomadores
de decisiones a planificar el uso de las tierras e intentar reducir los efectos
nocivos de la urbanización, alentando, por intermedio de incentivos económicos
a buscar soluciones a futuro que permitan a las generaciones futuras poder
asegurar suficientes espacios para cultivar alimentos en cantidad y de alta
calidad nutritiva.
Las Naciones Unidas estiman que la población mundial llegará
a casi 10 mil millones en el año 2050. Casi el 70 por ciento de esas personas
vivirán en y alrededor de las ciudades. En el norte de América, por ejemplo,
esta proporción podría ser incluso mayor que más del 80 por ciento. La pregunta
es cómo se alimentará toda esta población. Esto es sin duda un gran desafío.
Personalmente estoy convencido que la agricultura moderna
puede hoy día, dar gran parte de las respuestas a los desafíos que nos plantea
el futuro de la civilización. La pregunta es, ¿hasta cuándo?
El futuro nos enfrentará con el paradigma del desarrollo
sustentable. El desarrollo sustentable es aquel que satisface las necesidades
de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones
futuras para satisfacer sus propias necesidades. Soy consciente que será
necesario pensar fuera de la caja para encontrar nuevas ideas que brinden
alternativas que respondan a las exigencias de producir más y mejores
alimentos.
Uno de las soluciones que la agricultura moderna propone es
la llamada agricultura vertical. ¿Qué es la agricultura vertical? Este tipo de agricultura es un enfoque no
tradicional de la agricultura que consiste en producir alimentos en capas que
se apilan verticalmente en estructuras en forma de torres que combinen, acorde
a las necesidades de cada cultivo la luz, artificial o natural, mezcla de
sustratos o sistemas aeropónicos, acuapónicos o hidropónicos. En lugar de
cultivar a un solo nivel como lo hacemos en el campo o el invernadero lo
haremos en rascacielos u otras estructuras similares.
Lo curioso del sistema de agricultura vertical es que este
sistema existió ya en los famosos Jardines Colgantes de Babilonia. Estos
jardines fueron, quizás, el primer ejemplo de agricultura vertical. Se usaba un
sistema acuapónico único que se basaba en el principio de acción capilar. Así,
los babilonios pudieron crear un “jardín en el cielo” en una torre, rica en
biodiversidad y producción abundante de alimentos. Se cree que el jardín
alimentó a toda la ciudad de Babilonia, que, con su población de 200,000, era
el equivalente de una ciudad moderna.
Pero volvamos al siglo XXI y tratemos de entender en que se
basa la idea de agricultura vertical. Hay cuatro áreas críticas para comprender
cómo funciona la agricultura vertical: 1. Disposición física, espacio. 2.
Iluminación. 3. Medio de cultivo, y 4. Características de sustentabilidad.
En primer lugar, el objetivo principal de la agricultura
vertical es producir más alimentos por metro cuadrado. Para lograr este
objetivo, los cultivos se cultivan en capas apiladas en una estructura tipo
torre o rascacielos. En segundo lugar, se utiliza una combinación perfecta de luces
naturales y artificiales para mantener el perfecto nivel de luz en la
habitación. Se utilizan tecnologías como las camas giratorias para mejorar la
iluminación. En este aspecto la entrada de la iluminación artificial con el uso
de luces LED de colores permite a los productores elegir las longitudes de onda
apropiadas para cada etapa en el desarrollo de las plantas. Así, se busca
apuntar a la longitud de onda azul para estimular el crecimiento de las hojas y
luz roja para estimular la floración. Las luces LED también son más eficientes
y producen menos calor que las luces de cultivo tradicionales, por lo que
recortan en forma significativa el desperdicio de energía.
En tercer lugar, en lugar de suelo, se utilizan medios de
cultivo aeropónicos que son sistemas de niebla que reducen el uso del agua en
más del 90 por ciento. Esta técnica fue desarrollada por la NASA como una forma
de cultivo que los astronautas usaban en el espacio. Otro sistema es el
acuapónico, en donde las plantas se alimentan con agua rica en nitrato filtrada
de peceras. Existen además los sistemas hidropónicos en la que se utiliza agua
rica en nutrientes sin sustratos.
Por último y no menos importante el cuarto principio que es
la sustentabilidad. Sin duda debe ser prioritaria en sistemas agrícolas. Todas las técnicas expuestas permiten
cultivar con técnicas que no usan suelos o usan sustratos inertes, evitan el
uso de pesticidas, herbicidas y menos fertilizante, además de reciclar gran
parte del agua utilizada durante el cultivo agua. Desde el punto de vista
ambiental son sistemas sustentables. Las plantas pueden crecer y ser cosechadas
durante todo el año, libre de condiciones climáticas adversas como sequías o
inundaciones. Esta sustentabilidad es también minimizar la distancia entre los
consumidores finales y los sitios de producción mediante la agricultura urbana.
La producción de productos vegetales y animales ocurrirá dentro de las
ciudades, ahorrando tiempo y dinero al reducir los costos de transporte. Así,
se evitan largas rutas de transporte para comestibles y necesidades básicas.
Se calcula que media ha de superficie en sistemas de
agricultura vertical puede producir aproximadamente lo equivalente a la
producción de 3 ha a campo abierto. Este alto potencial de producción y el importante
aporte a la disminución de la contaminación transforman a esta propuesta como
una alternativa tangible para el futuro de la producción de alimentos.
Paralelamente existen dificultades propias del sistema como
las limitaciones en la polinización de las flores debido a que no hay insectos,
que en sistemas tradicionales son en su mayoría, los encargados de polinizar
las flores, el cual es un paso imprescindible para la formación de los
frutos. En la agricultura vertical este
trabajo deberá hacerse en forma manual. Este es un proceso dificultoso, que
requerirá alta cantidad de mano de obra por lo cual se hará costoso. Otra de
las desventajas es la extremada dependencia con la tecnología ya que todo el
ambiente, el riego, la luz, etc. es controlado con lo cual además de ser
costoso exige alto nivel de conocimiento por parte de los operadores. Por
ultimo debemos señalar que la idea básica de este sistema es poder cultivar
dentro de las ciudades. Se necesitarán terrenos dentro de las urbes para transformarlos
en rascacielos agroecológicos (farmscrapers). Estos terrenos deberán competir
con otras necesidades propias de la urbanización, lo cual seguramente generara
aumento de precios.
Deberá evaluarse hasta en qué medida la agricultura vertical
es económicamente sensata. Estos cálculos deberán tener en cuenta que este
sistema es respetuoso con el medio ambiente, representa una excelente
oportunidad para el uso de avances tecnológicos, y lo más importante, tiene
grandes posibilidades de producir alimentos sanos de calidad y en cantidad. Sin
embargo, no se puede esperar que las granjas verticales reemplacen a las formas
de producción agrícola actuales. Es probable que las nuevas tecnologías y la
agricultura tradicional tengan que complementarse si queremos satisfacer las
demandas alimentarias del mañana. El objetivo es continuar innovando para
definir el futuro de la producción agrícola.
Actualmente, ocupa el
cargo de Director de Proyectos y Misiones Especiales, en cuyo marco ha dirigido
programas de desarrollo rural como parte de los programas de cooperación
internacional del Estado de Israel en diferentes países de América Latina, Asia
y África.
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