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UBCH TV. 28-01-2020. Trump gasta 654 millones de dólares, a través de USAID, en
apoyo a Guaidó para derrocar a Maduro pese a que impone un fuerte ajuste
económico en su país.
La Administración de Donald Trump ha estado invirtiendo
desde su inicio, allá en 2017, más de 600 millones de dólares en esfuerzos para
ofrecer ayudas para derrocar el Gobierno legítimo de Venezuela, presidido por
Nicolás Maduro, y reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
así comienza un artículo de The Grayzone, publicado el jueves.
El texto escrito por el periodista Ben Norton detalla que,
desde 2017 a diciembre de 2019, el Gobierno estadounidense gastó al menos 654
millones de dólares en programas de ayuda relacionados con Venezuela. Si bien
Washington afirma que este gasto se destinó a los esfuerzos humanitarios, gran
parte del dinero de los contribuyentes norteamericanos financió los intentos
para desestabilizar y finalmente derrocar al Ejecutivo de Maduro.
El autor del informe señala a la Agencia de Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) como uno de
los tentáculos centrales de la guerra híbrida de Washington contra los Estados
socialistas e independientes de todo el mundo. Esta organización tiene una
larga y sórdida historia de financiación de grupos de la “sociedad civil” y
partidos de oposición política para derrocar a los gobiernos de los enemigos
designados por la Casa Blanca.
USAID ha aportado 435 millones de estos 654 millones de
dólares, financiando a la oposición venezolana de derecha supeditada por
Washington. Al menos, 128 millones de este dinero de USAID fueron directamente
a los bolsillos de los líderes golpistas, liderados por Juan Guaidó, que la
Administración Trump intentó instalar como gobernantes del país en enero de
2019.
USAID divulgó recientemente este impactante nivel de apoyo,
reconociendo que va a financiar activistas antigubernamentales venezolanos,
organizaciones no gubernamentales (oenegés) y medios de comunicación de la
oposición, junto con el supuesto “gobierno interino” dirigido por el
autoproclamado presidente, Juan Guaidó.
Mientras que Estados Unidos está gastando cientos de millones
de dólares tratando de derrocar al Ejecutivo legítimo de Venezuela, salido de
las urnas democráticamente allá en mayo de 2018, la Administración Trump está
imponiendo una política agresiva a los programas sociales en casa.
Para recortar 4,2 mil millones de dólares en gastos públicos
durante cinco años, Trump eliminó los cupones de comida que alimentan a 700 000
estadounidenses pobres, la mayoría de los cuales son niños. Financiar este
programa crucial costaría alrededor de 840 millones de dólares por año, una
cifra casi similar a la cantidad que el líder republicano ha invertido en los
esfuerzos para un cambio de “régimen” en Venezuela.
La Administración Trump también ha reducido drásticamente
los impuestos para las grandes y ricas corporaciones, y gracias a estos
recortes, los 400 multimillonarios más ricos de EE.UU. ahora pagan una tasa
impositiva más baja que los estadounidenses más pobres, anota el escritor para
luego subrayar que a medida que los estadounidenses de clase trabajadora
soportan cada vez más la carga de estos tributos, sus dólares de impuestos se
gastan en la destrucción de los gobiernos socialistas del Cono Sur.
El papel de USAID en el intento de golpe de Estado de EE.UU.
contra Venezuela
USAID ha actuado durante mucho tiempo como un frente para la
Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés)
y otras agencias gubernamentales, camuflando las actividades de cambio de
régimen con un supuesto trabajo humanitario. Bajo la Administración Trump, el
papel de la citada organización como brazo ejecutor de la también mencionada
guerra híbrida estadounidense se ha vuelto más agresivo que nunca.
En febrero de 2019, se reveló un plan de USAID para
capacitar a “trabajadores humanitarios” como fuerzas de operaciones especiales
que sirven en equipos con operativos militares y de inteligencia para promover
los intereses de la “seguridad nacional” de Estados Unidos.
Ese mismo mes, la llamativa agencia humanitaria se activó
como el principal elemento en un complot para derrocar al Gobierno venezolano.
USAID colaboró con el Departamento de Defensa (el Pentágono) y el Departamento
de Estado en un esquema en Cúcuta, Colombia, en la frontera con Venezuela.
USAID trabajó mano a mano con los líderes golpistas
venezolanos, muchos de los cuales se hicieron pasar por los llamados
trabajadores humanitarios. El 23 de febrero, intentaron provocar en la frontera
colombiana una operación de “falsa bandera” para culpar a Venezuela del ataque
de un convoy con supuesta ayuda humanitaria estadounidense destinada al país
bolivariano.
De inmediato, las auténticas organizaciones de movimientos
humanitarios, como la Cruz Roja Internacional y la ONU, salieron a denunciar
públicamente la participación de USAID en esta acción de “falso positivo” al
indicar que dicha “asistencia” estadounidense no se trata en absoluto de una
ayuda humanitaria, sino que está politizada por Washington.
En su declaración de diciembre divulgada en un comunicado,
USAID afirmó: “No se proporcionan fondos directamente a los miembros elegidos
de la Asamblea Nacional (AN), los funcionarios de alto nivel del gobierno
interino de Guaidó, los embajadores ni al propio presidente interino”.
Pero al mismo tiempo, en la nota, la agencia reconoció:
“USAID está proporcionando compensación, costos de viaje y otros gastos para
algunos asesores técnicos de la Asamblea Nacional y el gobierno interino de
Guaidó a través de fondos de asistencia”.
El artículo periodístico resalta que ya en octubre, The
Grayzone, destapó que los contribuyentes estadounidenses han estado costeando
con sus impuestos los gastos de los golpistas venezolanos por medio de varios
lotes a través de USAID, en concreto, este ente transfirió 98 millones de
dólares al gobierno interino de Guaido, bajo el programa de asistencia asignada
a Venezuela.
A mediados de julio, el diario estadounidense Los Ángeles
Times divulgó un documento clasificado del Gobierno norteamericano en el que se
mostraba que aproximadamente 42 millones de dólares de esa financiación para
los golpistas se tomó del presupuesto que originalmente se había proporcionado
al programa de asistencia a los migrantes centroamericanos.
Norton sostiene que el plan original de USAID, respaldado
por Washington, era utilizar el “dinero de ayuda” para sobornar a los efectivos
venezolanos con el objetivo de que traicionaran a Maduro con un pronunciamiento
militar en su contra. Sin embargo, el periodista enfatiza que los altos
miembros del gobierno interino de Guaidó, la mayoría de su partido Voluntad
Popular, utilizaron estas sumas de dinero para vivir en Colombia, alojándose en
hoteles elegantes y comprando artículos de lujo y de diseño.
Ante este fraudulento uso de dinero destinado a derrocar a
Maduro, Guaidó no tuvo más remedio que salir a reconocer la existencia de la
red corruptiva entre las filas de los compañeros golpistas que se encuentran en
“exilio” en Colombia.
Pese al reconocimiento público de Guaidó de la referida
corrupción, este hecho no impidió a que USAID le siguiera entregando más
asignaciones monetarias para que cumpliera con su objetivo de derrotar a
Maduro.
En septiembre, el director de USAID, Mark Green, anunció la
entrega de 52 millones de dólares adicionales en la llamada “asistencia para el
desarrollo” del gobierno golpista de Guaidó, que no controla activos reales
dentro de Venezuela.
Además de participar directamente en los esfuerzos para un
cambio de “régimen” y financiar a los grupos opositores de Maduro, USAID ha
intentado demonizar a Venezuela de crear “el mayor desplazamiento externo en la
historia del hemisferio occidental”.
Es imposible obtener una estimación precisa del número de
venezolanos desplazados en la crisis alimentada por Estados Unidos. Las fuentes
del Gobierno venezolano dijeron a The Grayzone que la mayoría de las cifras que
hacen eco la Administración Trump y los medios de comunicación corporativos de
EE.UU. son muy exageradas, pero que millones de venezolanos, alrededor de 3
millones, han tenido que desplazarse debido al conflicto.
La crisis que vive Venezuela ha sido indudablemente
alimentada por el bloqueo de Washington a la economía venezolana y los intentos
implacables de derrocar a su Gobierno legítimo, determina el articulista.
Sin embargo, añade que el mayor desplazamiento externo en la
historia moderna del hemisferio occidental se produjo no en Venezuela, sino en
su vecina Colombia, donde un gobierno derechista brutalmente represivo,
respaldado hasta la empuñadura por Washington, ha librado décadas de guerra
interna contra los grupos insurgentes de izquierda.
Millones de colombianos han sido desplazados debido a esta
guerra respaldada por Estados Unidos, que todavía está en curso, explica Norton
para agregar que 7,7 millones de personas internamente fueron desplazadas en
Colombia en 2017, según las Naciones Unidas.
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