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UBCH TV. 17-11-2019. Los Ponchos Rojos vuelven a la batalla. Considerados, por
parte de los bolivianos, como una milicia defensora de Evo Morales, el grupo de
campesinos y obreros de la combativa región de Omasuyos, al norte de La Paz, ha
vuelto de nuevo a las calles para defender al exiliado mandatario.
“Bolivia ha crecido mucho con Evo Morales. Y por eso lo
defendemos. Cuando el poncho rojo se enoja, se enoja, y vamos a luchar hasta
las últimas consecuencias”, dijo a La Tercera Walter Apaza, uno de los
directivos del grupo, mientras marchaba rumbo a La Paz, para manifestarse en
contra del gobierno de la conservadora Jeanine Áñez, declarada Presidenta
interina el martes.
Los Ponchos Rojos quedaron fijados en el ideario colectivo
boliviano en 2003, cuando salieron a combatir al Ejército, durante la “guerra
del gas”, que acabó con el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Al menos 60
personas murieron en esos enfrentamientos que tuvieron lugar en El Alto, vecina
a La Paz, desde donde ahora se vuelven a movilizar los Ponchos Rojos.
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Antes de salir a marchar, se reúnen para consensuar sus
reivindicaciones. Agradecen a la madre tierra, desayunan, consumen la
tradicional hoja de coca, y ya están listos para bajar a marchar. “Si el país
ha evolucionado como ha evolucionado, es gracias a los Ponchos Rojos. Es muy
indignante lo que ha pasado ahora, pero es hora de reaccionar y levantarse. Nos
vamos a movilizar los indígenas de las 36 etnias que representa Bolivia”,
advierte Apaza.
En 2007, los Ponchos Rojos llegaron a participar en un
desfile militar comandado por Evo Morales. El líder indígena los llamó a
defender la unidad e integridad de Bolivia. Algunos de ellos han sido
fotografiados con viejos fusiles provenientes de conflictos de las primeras
décadas del Siglo XX.
“Si quieren guerra, guerra vamos a dar. Y si quieren que
metamos bala, bala vamos a meter”, dice, por su parte, Percy Mamani, otro
miembro de los Ponchos Rojos de Omasuyos. “Tenemos armas con las que luchar.
Que no nos provoquen, porque nosotros vamos a enseñar qué es cercar un
departamento (región). No tenemos miedo ni a militares ni a policías. Esto ha
sido un golpe de Estado, pero aquí estamos los aimaras, los verdaderos
indígenas, en pie de lucha, y no vamos a claudicar jamás”, añade.
Los Ponchos Rojos se quejan, especialmente, de que los
nuevos gobernantes de Bolivia despreciasen la wiphala, la enseña multicolor que
representa a las naciones indígenas de Bolivia. Fue descolgada de edificios
institucionales controlados por los opositores a Morales, y algunos policías se
fotografiaron arrancándola de sus uniformes.
“La wiphala representa a la clase obrera y a la clase pobre,
no a esos riquillos que la han quemado. Es una humillación tremenda para
nosotros. Es como si a la gente indígena nos estuvieran pisando. No nos dan
importancia. Si tenemos que dar la vida a costa de esto, la vamos a dar”,
asegura Mamani.
Las críticas van dirigidas, especialmente, al líder
opositor, Luis Fernando Camacho, y a la Presidenta interina, Jeanine Áñez.
“Ella es una más de esa rosca discriminadora, racista,
yanqui. A nosotros no nos representa en nada. Ha nombrado a una ministra de
Cultura de pollera (el traje tradicional aimara) que supuestamente sabe hablar
aimara. Pero no sabe. Ni tampoco habla ningún otro tipo de idioma nativo. Que
venga a Omasuyos que nosotros le vamos a enseñar”, dice Mamani.
Los Ponchos Rojos fueron creados en Achacachi, situado a
unos 90 kilómetros de La Paz. En el centro del municipio hay una estatua
dedicada a Túpac Katari, un animara que se enfrentó a los españoles en el siglo
XVIII y ahora da nombre a la asociación campesina del lugar.
Achacachi fue también, en los 70, una de las bases del
Ejército Guerrillero Túpac Katari, en el que combatió el exvicepresidente
Álvaro García Linera, asilado en México esta semana junto a Morales.
Son fervientes críticos del federalismo propugnado desde
Santa Cruz, la ciudad más rica de Bolivia, y en 2007, en un acto público,
degollaron a dos perros como señal de amenaza a los autonomistas. En contraste,
los Ponchos Rojos destacan que sus comunidades cambiaron mucho durante el
gobierno de Morales.
“Él se sacrificó por nosotros. Ha hecho un esfuerzo enorme
por crear carreteras. Por mejorar las infraestructuras del campo. Y todo eso
hay que aplaudirlo”, señala Edgar Quispe, del comité Ad Hoc de los Ponchos
Rojos de Omasuyos. Quispe agrega que no tienen armas y que los Ponchos Rojos
están luchando pacíficamente.
“Vamos a exigir que Áñez llame a elecciones lo antes
posible. Tienen ahora un mandato interino. Duela o no duela, tenemos que
aceptarlo porque estamos ya en la transición. No creo que Evo vaya a volver. Él
ya tuvo su oportunidad. Necesitamos formar un nuevo líder que direccione
nuestro país”, reclama. De cara a esos nuevos comicios, Los Ponchos Rojos no
quieren que Carlos Mesa, el principal candidato opositor en las elecciones del
20 de octubre, vuelva a concurrir a las urnas.
Los críticos de los Ponchos Rojos señalan que ellos han
recibido entrenamiento militar en Venezuela o Cuba. “Eso nos duele mucho. Es
mentira. Yo no conozco ni Venezuela, ni Argentina, ni Cuba. Yo vivo de mi
trabajo”, descarta Apaza.
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