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UBCH TV. 20-12-2019. Venezuela vivió durante 2019 un complejo escenario político
marcado por la ratificación del mayoritario respaldo popular a la Revolución
bolivariana, frente a la suma de fracasos de un sector radical encabezado por
un personaje nombrado Juan Guaidó.
El desconocido diputado por el estado de Vargas -hoy La
Guaira- ganó notoriedad al ser elegido el 5 de enero por la mayoría opositora
como presidente de la Asamblea Nacional, parlamento declarado en desacato por
el Tribunal Supremo de Justicia desde 2016 por sus constantes violaciones del
orden constitucional.
Con un expediente de líder elaborado de la noche a la mañana
gracias a un poderoso músculo mediático, y en virtud de una aberrante
interpretación de la Constitución, el 23 de enero Guaidó se autoproclamó
‘presidente encargado’ de la nación, en un acto de usurpación calificado por
las autoridades como intento de golpe de Estado.
La autoproclamación del cabecilla de Voluntad Popular
-partido de extrema derecha con un abultado prontuario de violencia política-
contó con el apoyo inmediato de Estados Unidos, entre otros países plegados a
los intereses hegemónicos de la Casa Blanca, en una postura que condujo a
Caracas a romper relaciones con Washington.
Con el reiterativo discurso de ‘cese de la usurpación,
gobierno de transición, y elecciones libres’, Juan Guaidó se granjeó en los
inicios cierto respaldo de sectores de la población adversos al proceso
revolucionario, pero esa popularidad cedió de forma paulatina hasta
prácticamente disolverse.
La inexistencia de un programa político acorde a las
necesidades y las demandas del país, los constantes llamados a la violencia y
al cambio de régimen por vías anticonstitucionales, unido a una postura
entreguista y sonados escándalos de corrupción dieron al traste con el
prestigio artificial del autoproclamado.
AYUDA HUMANITARIA, CORRUPCIÓN Y PARAMILITARISMO
El fallido intento de ingresar una supuesta ayuda
humanitaria el 23 de febrero, a través de la frontera entre Venezuela y
Colombia, marcó un capítulo importante en la agenda de la extrema derecha para
alcanzar el llamado ‘cese de la usurpación’, eufemismo para referirse al
derrocamiento del Gobierno legítimo de Nicolás Maduro.
Calificada por las autoridades bolivarianas como un intento
de intervención en territorio venezolano -con apoyo logístico, material,
mediático y financiero de Washington y Bogotá-, la operación involucró a grupos
de choque que generaron graves episodios de violencia en el occidental estado
de Táchira.
Además de constituir un fracaso para la oposición en el
orden táctico y estratégico, la falsa operación de ayuda humanitaria dejó
consecuencias nefastas para el ‘autoproclamado’, al salir a la luz en meses
posteriores actos de corrupción y sus profundos nexos con paramilitares
colombianos.
En junio, el medio PanAm Post reveló la implicación de
delegados nombrados por Guaidó en la malversación de millones de dólares
destinados a pagar el hospedaje y la alimentación de militares desertores en la
ciudad de Cúcuta, tras los referidos hechos reportados en la frontera
colombo-venezolana.
A finales de noviembre, el pretendido presidente encargado
anunció la destitución de su representante en Bogotá, Humberto Calderón Berti,
a raíz de la denuncia presentada por este ante la Fiscalía colombiana por
manejos irregulares de fondos procedentes de activos expropiados a Venezuela
como parte de las medidas coercitivas de Estados Unidos.
Tales recursos provendrían de los activos ilegalmente
expropiados a empresas como Monómeros Colombo-Venezolanos, filial en Colombia
de la estatal Petroquímica de Venezuela (Pequiven), y Citgo Petroleum,
propiedad de Petróleos de Venezuela en Estados Unidos, con la complicidad de
las autoridades de ambas naciones.
A mediados de diciembre, el Ministerio Público de Venezuela abrió
una investigación ante las denuncias procedentes de diversos sectores de la
Asamblea Nacional contra el dirigente opositor y su entorno.
El mencionado escándalo de corrupción acabó de echar por
tierra la credibilidad de Guaidó, que ya había sufrido otro golpe demoledor al
salir a la luz sus vínculos con la banda paramilitar colombiana Los Rastrojos,
a raíz de la publicación de una serie de fotos que mostraban al diputado con
integrantes de ese grupo criminal.
Vinculados a los delitos de narcotráfico, asesinato y
extorsión, estos individuos habrían ayudado a Guaidó a trasladarse a territorio
colombiano en vísperas de la falsa operación de ayuda humanitaria, y las
instantáneas constituían una especie de seguro para los criminales.
De acuerdo con las denuncias formuladas por el Ejecutivo
bolivariano, las fotos demostraron además que el gobierno de Iván Duque delegó
en ese grupo paramilitar los arreglos para la entrada a Colombia de Juan
Guaidó, quien tenía prohibido la salida de Venezuela como medida preventiva, a
causa de otro proceso impulsado en su contra.
GOLPISMO E INTERVENCIÓN EN LA HOJA DE RUTA
El 14 de diciembre el Gobierno de Venezuela denunciaba que
un comando terrorista integrado por miembros del partido de derecha Voluntad
Popular -al cual pertenece Guaidó- y funcionarios policiales planificó tomar
dos instalaciones militares en el estado de Sucre.
De acuerdo con la denuncia formulada por el ministro de
Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, las acciones violentas tenían la
intención de distraer la atención de la opinión pública del escándalo de
corrupción que involucra al presidente de la Asamblea Nacional en desacato.
Rodríguez señaló como principales cabecillas de la acción al
propio Guaidó y al dirigente de Voluntad Popular Leopoldo López, quienes
también lideraron el 30 de abril último el asedio a la base aérea Francisco de
Miranda, como parte de un intento de golpe de Estado contra el gobierno de
Nicolás Maduro.
En esa ocasión, un grupo reducido de militares se dirigieron
al distribuidor Altamira, en la autopista Francisco Fajardo de Caracas, junto a
los mencionados cabecillas opositores, desde donde anunciaron a sus partidarios
tomar las calles de Caracas para iniciar una nueva intentona golpista contra el
Ejecutivo bolivariano.
Planes violentos contra la paz de la nación que fracasaron
ante la sólida cohesión de las autoridades, los sectores populares y la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB), institución esta última que ha reiterado el
respaldo incondicional al proceso revolucionario.
A pesar de los constantes llamados a la sedición en las
filas de la FANB, la unión cívico-militar dio al traste durante 2019 con las
pretensiones de la extrema derecha de ocasionar un cambio de régimen por vías
anticonstitucionales.
Una oposición que traicionó procesos de diálogo, conspiró en
el robo de los activos y Venezuela en el extranjero, y abogó incluso por
promover una intervención armada en el país mediante los pretendidos intentos
desde el seno del Legislativo de aprobar el retorno del país al Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
El ‘mandato interino’ de Guaidó solo trajo como resultado el
fortalecimiento de la unidad de las fuerzas revolucionarias, que ante cada
provocación interna o externa salieron a marchar por millones en defensa de un
proyecto social que se resiste a claudicar.
Ni siquiera los funestos atentados de marzo contra el
sistema eléctrico nacional, que hicieron colapsar los servicios públicos y
llevaron al límite la capacidad de resistencia de la población, minaron en modo
alguno la fortaleza de la Revolución bolivariana.
‘Y es que el presidente Maduro sigue ahí dice de la escritora
venezolana Carola Chávez-, no podía ser de otro modo, él es el Presidente. Y el
chavismo, sigue aquí, clarito: esa señora en cualquier barrio, ese hombre
magro, curtido, en el confín de algún campo, los primeros en recibir los golpes
de la guerra (…); ahí de pie, orgullosos, defendiendo a Nicolás Maduro
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