NOTICIAS CON SUDOR DE PUEBLO
UBCH TV.
NEWS FRONT
UBCH TV. 18-10-2019. El día comienza y enciendo la televisión para captar con qué
me va sorprender mi país (Chile-nota del editor) esta mañana.
Y lo obvio, el hecho que se ha tomado (la) opinión pública;
«Evasión en el Metro de Santiago». Pero hay algo que me irrita y me avergüenza,
el periodista esboza una sonrisa y le pregunta a un Ministro sobre el castigo
que se les vienen a los estudiantes por este acto «subversivo», haciendo
hincapié en esto. La autoridad gubernamental asegura que se les quitará los
beneficios del pase escolar a quienes sean pillados (sorprendidos-nota del
editor) evadiendo el pasaje. El notero finaliza la entrevista con un «Ministro
lo dejo, porque sé que tiene mucho trabajo» (junto a una palmada en su
espalda)…y esto se repite en mi cabeza: «Ministro lo dejo, porque sé que tiene
mucho trabajo».
Pero primero antes de seguir, contextualicemos.
El anuncio del alza del pasaje en el transporte público no
parece nada nuevo, durante años siempre ha ido en aumento, y la justificación
de las autoridades parece no importarle a nadie. Pero ¿Para qué entenderlas? La
mejor educación es acatar, asumir y aceptar.
Total, hay que seguir trabajando…
Pero esto terminó. La nueva alza del pasaje en metro que
llega a los 830 pesos (49.800 pesos chilenos mensuales) (o 69 dólares
estadounidenses y 4.775 rublos rusos aprox.) no dejó a los estudiantes
indiferentes, que reaccionaron tomándose los pórticos del transporte subterráneo,
llamando a evadir para contrarrestar esta burla y desproporcionalidad,
considerando lo bajo que es el sueldo mínimo y la escasez en las fuentes
laborales.
Camino al metro. Se volvió a reventar una matriz de Aguas
Andinas. Mientras se pierden miles de litros del agua que se está acabando en
todo el mundo, recuerdo que vivimos en el único país del planeta donde el agua
está en manos de una empresa privada. Me emputezco más. Pienso que esto bien
podría ser una maniobra para distraer la atención respecto del estallido social
que ha provocado el alza del pasaje. Que con esto quizá quieren apaciguar el
descontento, socavar el movimiento.
Finalmente, humillar a la gente. Veo gente caminando a sus
trabajos a pies descalzos, contestando a los periodistas que «hay que llegar
igual a la pega (trabajo-empleo)».
Entro al metro, donde el caos es total. Logro subir a un
vagón atestado de gente, y un recorrido que demora 25 minutos, hoy dura 45
minutos, mientras que la sudoración, estrés y voces de adultos mayores que
culpan a estudiantes, se fusionan y son el elixir del viaje. El caos ha logrado
su efecto, la gente lentamente se está poniendo en contra de los estudiantes
que justamente están peleando para que no les roben más.
El día comienza y enciendo la televisión para captar con qué
me va sorprender mi país (Chile-nota del editor) esta mañana.
Y lo obvio, el hecho que se ha tomado (la) opinión pública;
«Evasión en el Metro de Santiago». Pero hay algo que me irrita y me avergüenza,
el periodista esboza una sonrisa y le pregunta a un Ministro sobre el castigo
que se les vienen a los estudiantes por este acto «subversivo», haciendo
hincapié en esto. La autoridad gubernamental asegura que se les quitará los beneficios
del pase escolar a quienes sean pillados (sorprendidos-nota del editor)
evadiendo el pasaje. El notero finaliza la entrevista con un «Ministro lo dejo,
porque sé que tiene mucho trabajo» (junto a una palmada en su espalda)…y esto
se repite en mi cabeza: «Ministro lo dejo, porque sé que tiene mucho trabajo».
Pero primero antes de seguir, contextualicemos.
El anuncio del alza del pasaje en el transporte público no
parece nada nuevo, durante años siempre ha ido en aumento, y la justificación
de las autoridades parece no importarle a nadie. Pero ¿Para qué entenderlas? La
mejor educación es acatar, asumir y aceptar.
Total, hay que seguir trabajando…
Pero esto terminó. La nueva alza del pasaje en metro que
llega a los 830 pesos (49.800 pesos chilenos mensuales) (o 69 dólares
estadounidenses y 4.775 rublos rusos aprox.) no dejó a los estudiantes
indiferentes, que reaccionaron tomándose los pórticos del transporte
subterráneo, llamando a evadir para contrarrestar esta burla y
des proporcionalidad, considerando lo bajo que es el sueldo mínimo y la escasez
en las fuentes laborales.
Camino al metro. Se volvió a reventar una matriz de Aguas
Andinas. Mientras se pierden miles de litros del agua que se está acabando en
todo el mundo, recuerdo que vivimos en el único país del planeta donde el agua
está en manos de una empresa privada. Me emputezco más. Pienso que esto bien
podría ser una maniobra para distraer la atención respecto del estallido social
que ha provocado el alza del pasaje. Que con esto quizá quieren apaciguar el
descontento, socavar el movimiento.
Finalmente, humillar a la gente. Veo gente caminando a sus
trabajos a pies descalzos, contestando a los periodistas que «hay que llegar
igual a la pega (trabajo-empleo)».
Entro al metro, donde el caos es total. Logro subir a un
vagón atestado de gente, y un recorrido que demora 25 minutos, hoy dura 45
minutos, mientras que la sudoración, estrés y voces de adultos mayores que
culpan a estudiantes, se fusionan y son el elixir del viaje. El caos ha logrado
su efecto, la gente lentamente se está poniendo en contra de los estudiantes
que justamente están peleando para que no les roben más.
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