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UBCH TV.
EL ESPECTADOR
UBCH TV. 14-10-2019. Investigadores le pidieron a 30 personas diagnosticadas con
trastorno de ansiedad generalizada que escribieran qué les preocupaba durante
un mes. Pasado ese tiempo, el 91.4 % de sus inquietudes no se cumplió, lo que
demuestra que los temores a corto plazo no son reales.
Diariamente nos atacan ideas que no, necesariamente, se
acercan a la realidad. Pensamientos sobre un ladrón que va a burlar la
cerradura de nuestra casa y se llevará todas nuestras pertenencias o la
sospecha de que alguien que camina detrás de nosotros en la calle nos persigue
para hacernos daño. También imaginamos cosas como que nos irá mal en algún
examen o trabajo, que no podremos con el reto que hemos asumido o que nuestra
pareja nos engaña pese a no tener pruebas de ello. Estas inquietudes, aunque sean
parte del futuro o tengan mínimas probabilidades de ocurrir, revolotean en
nuestra cabeza generando ansiedad y en extremos, depresión. Lo que no tiene
sentido porque, de media, el 91% de las preocupaciones de las personas no se
hacen reales.
Así lo demostró un estudio de la Universidad Estatal de
Pensilvania (Estados Unidos), publicada en la revista internacional Behavior
Therapy. En este, investigadores le preguntaron a 30 personas diagnosticadas
con trastorno de ansiedad generalizada que escribieran en un papel las cosas
que más les preocupaban a lo largo de un mes. Pasado este tiempo, la mayoría de
sus inquietudes no se materializó.
De hecho, el 91,4 % de loas asuntos anotados quedó en el
aire revelando que, si bien preocuparse es humano, un gran porcentaje de
nuestro desasosiego solo ataca directamente la calidad de vida, dando lugar a
emociones de ansiedad que pueden terminar en trastorno o en situacines de mucha
presión, en depresión. Teniendo en cuenta esto, “una mayor evidencia de la
inexactitud [en las preocupaciones de los sujetos estudiados] evidenció una
mejora superior en el tratamiento", explicaron los autores Lucas La
Freniere y Michelle Newman, citados por el diario El País.
Así pues, la recomendación de los expertos es realizar este
experimento: enumerar las cosas que más le preocupan, qué situaciones son las
que generan en usted mayor miedo y, pasado un año, revisar cuántas de esas
preocupaciones se cumplieron. Esto podrá, insisten, darle herramientas para
decidir de manera informada en qué prefiere invertir sus pensamientos y
emociones.
Porque, como sostuvo el pensador norteamericano Earl
Nightingale, “el 40% de lo que nos preocupa jamás ocurrirá, el 30% es pasado
por lo que las preocupaciones no lo podrán cambiar; el 12% son preocupaciones
innecesarias sobre nuestra salud y el 10% son pequeñas e inconexas. Con estos
datos, apenas nos queda un 8% de preocupaciones legítimas a las que debemos
prestar atención. Menos de una de cada 10”. Así lo citó, también, el mismo
diario.
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