UBCH TV. 27-10-2019. Estudiantes tomaron las calles de Irak este domingo para
aumentar la presión sobre el gobierno, sumido en una disputa con el principal
bloque del Parlamento, que inició una sentada ilimitada después de que más de
200 personas murieran en las protestas del último mes.
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Bagdad y el sur, chiita, son desde el jueves escenario de un
segundo episodio de este movimiento de contestación antigubernamental, inédito
por su carácter espontáneo.
El domingo por la mañana, la plaza Tahrir, epicentro de las
protestas, parecía un campamento organizado para durar.
«¡Queremos la caída del régimen! ¡Que los arranquen a todos
de raíz!», declaró un manifestante a la AFP, no muy lejos de las tiendas y de
los puestos de distribución de alimento o de protección contra las bombas
lacrimógenas que suelen lanzar las fuerzas de seguridad.
Desde el jueves por la noche, 63 personas murieron en las
operaciones de dispersión y en los ataques nocturnos contra sedes de partidos y
de grupos armados.
Este saldo se añade al balance oficial de 157 personas que
murieron entre el 1 y el 6 de octubre, casi todas manifestantes alcanzados por
las balas.
Durante ese primer episodio de la protesta, se cortó la
conexión a internet y francotiradores apostados en los tejados sembraron el
terror en la capital y en el sur, adonde llegó la movilización.
El jueves por la noche, los manifestantes retomaron el
camino de la emblemática plaza Tahrir de Bagdad y de otras muchas plazas del
sur. Aunque los lemas eran los mismos, el ambiente era distinto.
No se detectaron disparos de balas reales por parte de las
fuerzas de seguridad, y los manifestantes aseguraban protagonizar un movimiento
«pacífico», que se vio reforzado este domingo con la participación de escolares
y universitarios.
Por la noche, sin embargo, la violencia se intensificó en el
sur.
Decenas de sedes de partidos, de oficinas de diputados y,
sobre todo, los cuarteles generales de las facciones armadas, fueron saqueados
e incendiados, incluidas sedes de las poderosas Unidades de Movilización
Popular, una coalición de paramilitares dominada por las milicias chiitas
pro-Irán, aliadas del gobierno.
Varios manifestantes fallecieron al ser alcanzados por las
balas o al verse atrapados en los incendios, que llevaron a los jefes de las
milicias a prometer «venganza».
Por su parte, la ONU denunció que «entidades armadas
intentan poner en peligro la estabilidad de Irak» y «sabotean las
manifestaciones pacíficas».
Destruidos psicológicamente
En la plaza Tahrir, las promesas de reformas sociales del
gobierno no calmaron los ánimos de los manifestantes, en un país en el que uno
de cada cinco habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, pese a ser
de los más ricos en reservas de petróleo.
«Nuestra generación fue destruida psicológicamente, pero
estamos dispuestos a ello si esto puede darle una mejor vida a nuestros hijos»,
afirmó una comadrona, que no quiso identificarse.
El movimiento exige una nueva Constitución y una renovación
total de la clase política, que no cambió en 16 años, durante los cuales la
corrupción se llevó por delante, oficialmente, 410.000 millones de euros (unos
455.000 dólares).
Pulso parlamentario
Y mientras que la presión de la calle no disminuía, en el
Parlamento la disputa se endureció el sábado por la noche.
Los diputados del turbulento líder chiita Moqtada Sadr, que
reclama la dimisión del gobierno que ayudó a formar hace un año, iniciaron una
sentada en el Parlamento.
Anunciaron que se iban a la oposición, por lo que la frágil
mayoría gubernamental saltó por los aires.
La cámara quedó dividida en dos bandos: por un lado, la
alianza «La marcha por las reformas», cerrada por Moqtada Sadr y los
comunistas; y por otro, la lista de excombatientes de las Fuerzas de
Movilización Popular, que reafirmaron su «confianza» en el primer ministro,
Adel Abdel Mahdi, un independiente.
El domingo por la mañana, Salam Al Hadi, diputado de «La
marcha por las reformas», declaró a la AFP desde el Parlamento que «la sentada
continuará hasta que se pongan en marcha las reformas prometidas por el primer
ministro».
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