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UBCH TV. 22-09-2019. Argentina, Uruguay y Bolivia celebrarán elecciones
presidenciales en octubre, en un escenario que apunta hacia el regreso de la
izquierda al poder en el primero y la continuidad en los otros dos países, pese
a la arremetida conservadora.
Argentina, cuyos comicios se llevarán a cabo el 27 de octubre,
llega a este proceso electoral sumida en una profunda crisis económica y
social.
Tras el doble triunfo de Mauricio Macri en las
presidenciales del 2015 y en las legislativas del 2017, y sus promesas de
crecimiento y desarrollo, sus políticas económicas barrieron prácticamente la
obra social construida en los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
El macrismo impulsó la caída del producto interno bruto,
recortes fiscales, puso las cuentas públicas en manos del Fondo Monetario
Internacional, todo lo cual contribuyó a profundizar la recesión y el deterioro
social.
Este escenario es totalmente desfavorable para Macri, por
eso en las primarias, denominadas PASO, celebradas el 11 de agosto pasado, la
mayor parte de la ciudadanía que participó en las internas presidenciales del
opositor Frente de Todos, apoyó la candidatura de Alberto Fernández con un
49,49 por ciento de los votos totales.
A pesar de los casi 16 puntos de ventaja que le sacó
Fernández en las primarias, Macri apuesta en sus discursos por el cambio que ha
promulgado desde que ganó en el 2015 y en ese tono inicia su campaña
proselitista.
En Uruguay, que celebrará elecciones presidenciales y
parlamentarias también el 27 de octubre, de acuerdo con analistas, está latente
una amenaza derechista que intenta sacar al Frente Amplio (FA).
Esta fuerza política llegó al gobierno en el 2004 en el
contexto de la ola de partidos de izquierda en América Latina, mediante
elecciones y oponiéndose a las reformas neoliberales de la década de 1990.
Llevó a cabo una agenda de reformas redistributivas y de
ampliación de derechos y libertades considerada de las más ambiciosas y
exitosas de la región y que lo ha mantenido desde entonces en el poder.
Diversas encuestas señalan que el FA tiene un 39 por ciento
de las preferencias electorales, seguido de su principal rival el Partido
Nacional, con 26 por ciento.
El presidenciable Daniel Martínez presenta en su campaña un
programa que amplía los logros de este partido gubernamental que pasan por lo
económico y lo social, fundamentalmente.
Asegura que su gobierno dotará al país de un Estado eficaz,
eficiente, dinámico, transparente y al servicio de la gente y propone trabajar
integralmente los temas vinculados a vivienda, salud, educación, recreación y
trabajo.
El presidente del FA, Javier Miranda, considera que en este
proceso comicial están en juego dos modelos políticos: uno conservador,
neoliberal y reaccionario encabezado por la derecha reaccionaria y la propuesta
progresista de desarrollo con igualdad, de solidaridad poniendo como valor
central la solidaridad y no el déficit fiscal.
En Bolivia, las elecciones generales serán el 20 de octubre
próximo para elegir al presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional,
130 diputados y 36 senadores para el período gubernamental 2020-2025 y las
preferencias electorales apuntan a la reelección de Evo Morales.
Una encuesta de la empresa Viaciencia ubica a Morales en el
primer lugar de preferencia, con el 43,2 por ciento de los votos, delante de
Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, en el segundo lugar con 21,3 por ciento y
del candidato de Bolivia Dice No, Oscar Ortiz, en el tercer puesto con 11,7 por
ciento.
Los logros en materia social y económica durante los 13 años
de gobiernos de Evo Morales crean un cimiento que ponen en ventaja al mandatario
a pesar de la arremetida conservadora que busca mellar su imagen en un intento
por sacarlo de la silla presidencial que ocupa desde el 2006.
En sus mandatos se construyeron más de 34 hospitales de
segundo nivel y mil 61 nuevos establecimientos de salud; 16 mil 733
instalaciones educativas; cinco mil kilómetros de carreteras.
Asimismo, elevó en 4,7 por ciento el salario mínimo, el
Producto Interno Bruto nominal creció 327 por ciento en los últimos 13 años y
llegó a 44 mil 885 millones de dólares en 2018.
‘La estabilidad económica y las políticas de fomento a la
producción permitieron que la inflación en Bolivia haya permanecido baja,
manteniendo el poder adquisitivo de la población’, subrayó el propio dignatario
en su más reciente informe de gestión.
La derecha boliviana busca a toda costa desprestigiar sus
logros y ahora a raíz de los incendios en la Chiquitanía trata de crear una
matriz de opinión negativa al responsabilizar al gobierno de estos siniestros
que afectan el entorno natural.
Sin embargo, sus acciones para sofocar las llamas y
recomponer las zonas afectadas, sin escatimar esfuerzos y recursos, echan por
tierra las acusaciones en su contra.
Ahora queda la campaña electoral en los tres países, mostrar
a los electores legítimos programas que los beneficien, involucrarlos en los
esfuerzos para transformar a estos países en beneficio de la mayor parte de la
población y está en manos de los partidos y sus candidatos convencer y vencer
las fuerzas opositoras.
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